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Wimbledon, el Camp Nou, y el Yankee stadium tienen algo en común, son considerados como santuarios de césped sagrado en sus respectivas disciplinas; cuando era niño en medio de una cultura que adoraba el beisbol fui beisbolista, después de un tiempo me empezaron a gustar algunos otros deportes, hoy no soy de una sola disciplina y disfruto muchos eventos deportivos, hoy fue un día grande y memorable para el beisbol, se celebró el All Star Game 2008, nada más y nada menos que en Yankee Stadium, lejos de ser el estadio de una de las ciudades más cosmopolitas del mundo y la casa del equipo más ganador del siglo pasado la importancia radica en que será sin duda alguna el último juego de estrellas en este estadio, ya que una inversión 800 millones de dólares y un predio en el Bronx son más convenientes que toda la historia y tradición que rondaban las gradas del inmueble que se dice fue construido por el bambino Babe Ruth hace casi 90 años.
El juego paso sin complicaciones, podría decir que estuvo aburrido, pero no, no tanto, al beisbol hay que tenerle paciencia y siempre regresa erizado de dermis, uñas comidas y emociones fuertes.
Mi equipo no ganó, pero no tengo tanto problema con eso, la presentación de los jugadores me pareció buena, porque los pusieron junto con algunas leyendas del llamado rey de los deportes, fueron momentos medio estremecedores ver a tanto cabron viejito que en su tiempo fue una chingoneria compartir lugares con la nueva generación de peloteros, en fin, así es el beisbol.