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Cuando yo estaba en la secundaria uno de las clases que mas me gustaba era Geografía, podría asumir que era porque el maestro era un payaso con tintes misóginos, pero no, porque también impartía civismo y a esa si nomas entraba a cagarme de la risa con el maestrazo. 
Su nombre era Blas Gaspar, asumiendo que yo pase por la secundaria hace algunos ayeres y que Blas no era precisamente una quinceañera, pensar que ya no está vivo no es tan descabellado.
Los exámenes de geografía eran de mis favoritos, junto con los de biología, introducción a la física y química, español y creo que nomas, odiaba las matemáticas, Historia era fácil pero no era de mi predilección, civismo y eso como desde casi siempre no me ha importado una chingada, Artística nunca es bien impartida en escuelas públicas y mi especialidad era impartida por un cabrón que cuando no llegaba crudo era porque todavía estaba borracho y por eso nunca me convertí en un atractivo y sexy reparador de aires acondicionados y sistemas de refrigeración.
Blas tenía un problema en sus manos, había nacido con una membrana entre sus dedos medios y anulares, al menos eso nos decía, no podía despegarlos, esto era razón de sobra para resultar repugnante a las miradas de las mujercitas de mi salón, que a saber eran como 6 o 7, ellas también se convertirían en atractivas y sexys reparadoras de sistemas de refrigeración. 
Los exámenes de geografía eran de media hoja, Blas cortaba una hoja en dos partes con sus hábiles y defectuosas manos y esos eran dos exámenes. Invariablemente el examen era de opción múltiple, ponía al menos 10 reactivos y 4 posibles respuestas abajo, yo era un homoerectus en eso de las capitales, ríos, montañas y demás, terminaba muy rápido los exámenes y después me iba a valer madre por la escuela. 
Recuerdo que una vez las respuestas de las preguntas acomodadas correctamente formaban una frase, en aquel entonces los Yankees habían ganado una serie mundial, la frase era Yankees champions, o un pedo así, haber descubierto su primitiva y subliminal forma de elaborar exámenes me hizo sentir bien, desgraciadamente nunca volvió a aplicar algo así, además no lo necesitaba.
Tenía además un maestro que se llamaba Francisco Javier, era buen pedo, sus materias también me gustaban, lo recuerdo en ecología y en introducción a la física y química, vestía bien ranchero, al grado de nomas faltarle el sombrero y un fiel caballo amarrado en las protecciones de las ventanas del salón, su salón siempre estaba impecable y hasta tenia adornitos, también era muy bueno en su materia.
Al lado de su salón estaba el salón de orientación, ahí fueron las primeras veces en donde me hablaron de sexo, drogas y sin rock and roll, la maestra una vez hablo de esperma, dijo que olían a cloro, golosa. También recuerdo que una ocasión no se para que, durante esa clase me nombraron tesorero, todos me daban dinero todos los lunes. Llego el fin de año y oh sorpresa, me había gastado todo el dinero y ahí fue la primera vez que sentí temor en mi vida, excluyendo a los perros, claro está, pero por alguna extraña razón, a mi maestra y a los 42 cabrones que tenía como compañeros se les olvido eso de que yo juntaba dinero, y fue de las primeras veces que sentí agradecimiento hacia dios en mi vida.
Leticia, así se llamaba mi maestra de historia, no era bonita pero era el sueño de cualquier adolescente chaquetero, ah, y de Blas también. Se gano a pulso el apodo de la camarona, Blas siempre trataba de seducirla con caricias al cuello y cosquillas en sus tobillos desnudos, pero según parece nunca se le hizo. Ella debaja chingomil cuestionarios, hacer cuestionarios me gustaba, pese a que no aprendía un carajo me gustaba ver como quedaban con tintas diferentes para preguntas y respuestas. 
Peraza era mi maestro de Biología, era muy estricto y cagahuevos, pero igual yo era bueno en su materia, el nos hacia dibujar todas las imágenes del libro de biología, es una manera muy retrograda de enseñar y no creo que mis vastos conocimientos en la teoría de la evolución, el proceso de la pasteurización o demás tópicos verdes y apestosos se deban los cientos de dibujos que fui obligado a hacer.
El primer regaño en la secundaria me lo dio el maestro de matemáticas, todas las viejas de mi salón se chorreaban por él, quesque era joven y guapo, nosotros los encantadores hombres le decíamos el Bóxer, por mal encarado y regañón, aquel primer día de clases yo y un compa de miadas fuimos al tocador baño, a nuestro regreso ya estaba el mentado Boxer en el salón, entramos de la manera mas respetuosa posible pero sin perdir permiso, gran error.
Boxer: - Hey, hey, hey , perense, perense, perense,¿ qué estoy pintado o qué?
Compilla de miadas: - ¿Eh?
Subconsciente de Rich: ¿Y ahora este…?
Boxer: - (Se levanta en chinga y nos regresa a la puerta sujetándonos con fuerza de nuestros bracitos) –Aquí no es la primaria, o se devuelven y piden permiso o no entran.
Compilla de miadas: -Bueno.
Subconsciente de Rich: Grandisimo hijo de puta, ¿quién te crees pinchi boxer?
Compilla de miadas (Modo cagado): - ¿Nos da permiso de entrar?
Subconsciente de Rich: Excelente, mi orgullo está intacto porque no tuve que pedir permiso.
Boxer: - ¿Y tu no vas a entrar?
Subconsciente de Rich: Chinga tu madre.
Rich:¿ Me permite pasar?
Boxer: Entren, pero que no vuelva a pasar.
Subconsciente de Rich: Bah.
Desde entonces odie las matematicas, hasta que entre a la universidad y me enamore de una física. 
Que pinchis cosas…

Rich