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Cuando hacemos alguna tarea de la escuela y por alguna razón cometes algún tipo de error pasa por tu mente la idea de limpiar tu pecado y continuar desde ahí, sin embargo, el borrón por así decirlo siempre deja una cicatriz, misma que si eres muy perfeccionista hará que sientas lo que siente una mujer cuando después de ponerse el mejor  vestido del universo y notar que sale un diminuto gordito de su costado casi imperceptible se sienta morir y sea carcomida por las ganas de corregir esa imperfección en su persona. 

La satisfacción de empezar desde cero, sin nada que evidencie que anteriormente la hemos cagado es sinónimo de perfección o cuasi perfección, la sensación de que al menos nadie esta por encima de ti y no serás visto por encima del hombro por que al menos en ese momento, el monóculo está en tu ojo izquierdo y el guante blanco en tu mano derecha.

Ahora que lo pienso no se que tan conveniente sea el comenzar de nuevo siempre que seamos victimas de la ocasión o la estupidez, volver a empezar siempre conlleva a estar bien atento a no cometer el mismo error que alguna vez cometimos pero no nos exenta de cometer algún otro error, sin embargo, a veces el precio que hay que pagar vale la pena pero la mayoría de las veces es mejor aceptar nuestra condición de humanos imperfectos.

Por ejemplo, volver a los inicios de este blog me hace decir que antes estaba pendejón, sin embargo, aquello sirve en este exclusivo caso para darme cuenta de que al menos ahora no estoy tan  pendejón. Probablemente no sea tan bueno como la perfección, pero deja al descubierto alguna mejoría, valida solamente para mi.

Escuchando Baby, by Serj Tankian.